Los TD o Trastornos Disociativos, en general, tienen una prevalencia altamente variable entre países y culturas. Los estudios al respecto documentan prevalencias que van de 5 a 10% en población general, y de 10.2 a 41.4% en pacientes psiquiátricos.

Los síntomas disociativos ocurren en mayor proporción en individuos normales en situaciones altamente estresantes, con mayor frecuencia en personalidades alteradas. 6% al 10% de la población general experimenta episodios de disociación no secundarios a abuso.

Los trastornos disociativos prevalecen en personas que han sufrido una tensión emocional abrumadora, que han sido víctimas de maltrato grave físico sexual o emocional, vivencias traumáticas o han sido abandonadas durante la infancia, otros pacientes no han sufrido abusos, pero han experimentado una pérdida temprana e importante como la muerte de uno de los progenitores, una enfermedad grave u otros eventos abrumadores estresantes.

¿Qué ocurre a la persona que sufre este trastorno?

  • Está bajo el control de dos o más identidades distintas de forma alternativa.
  • Amnesia no puede recordar información que normalmente recordar más fácilmente.
  • Muchos otros síntomas como depresión y ansiedad

¿Cómo se presenta?

Puede manifestarse como:

Posesión

  • Las diferentes identidades aparecen como si fueran a gentes externos que habían tomado el control de la persona
  • Puede describirse como un ser o espíritu sobrenatural un demonio o Dios que puede exigir castigo por accidente acciones pasadas u otra persona alguien que ha muerto a veces de manera dramática.

No posesión

  • La persona puede notar una alteración repentina en el sentido de sí misma, sintiéndose como si fuera observadora de su relato (emociones y acciones) en lugar de ser agente de sí mismo.
  • Es menos notorio o evidente para los demás.

En específico, el Trastorno de Identidad Disociativa – TID – tiene una prevalencia del 1% en la población general; tasas que se incrementan en población psiquiátrica.

Los niños que han sufrido abusos pueden pasar por fases en las cuales se mantienen separadas las diferentes percepciones, recuerdos y emociones de sus experiencias vitales. Con el tiempo, estos niños pueden desarrollar una creciente capacidad de escapar del abuso al “alejarse”, disociándose de su duro ambiente físico o replegándose hacia el interior de su propia mente. Cada fase o experiencia traumática se puede usar para producir una identidad diferente.

Sin embargo, si estos niños son suficientemente protegidos y contenidos psicológicamente por adultos que verdaderamente se preocupen por ellos, es menos probable que desarrollen un trastorno de identidad disociativo.

¿Tiene tratamiento?

Algunos síntomas pueden aparecer y desaparecer de manera espontánea, pero el trastorno de identidad disociativa no se resuelve por sí solo.

El grado de recuperación depende de los síntomas y de las características personales así como de la calidad y duración del tratamiento que reciben

Las patologías de salud mental como este trastorno, son vividas conscientes conscientemente y conllevan un sinnúmero de dificultades y sufrimientos para quienes la padecen y para su entorno