La satisfacción sexual puede definirse como una respuesta afectiva que surge por la evaluación de los aspectos diversos que se asocian a las relaciones sexuales. Se considera como la última fase de respuesta sexual y se asocia a la frecuencia y variedad de las actividades realizadas (Basson R., 2001), como un derecho sexual y como un factor clave de la calidad de vida de las personas, asociándose a un mejor estado de salud física y mental (OMS, 2010).

Las conceptualizaciones acerca de la satisfacción sexual han sido diversas, pero concuerdan en que

posee un componente físico y uno afectivo. Algunas la definen como la evaluación subjetiva de agrado o desagrado que una persona hace respecto de su vida sexual (Pinney E, Gerrard M, Denney N., 1987) o como el grado de bienestar y plenitud -o la ausencia de los mismos- experimentados por una persona en relación con su actividad sexual (Carrobles J A y Sanz A., 1991) y otras han enfatizado su asociación con la frecuencia sexual y el orgasmo, o bien, han destacado la importancia de variables afectivas y relacionales, como el amor, las sensaciones post relaciones sexuales, la comunicación con la pareja o la iniciativa para tener relaciones sexuales (Barrientos J, Páez D., 2006).

Al estudiar la satisfacción sexual, se reconocen predominantemente dos variables que determinan su nivel, estas son las variables interpersonales e intrapersonales o variables de pareja y variables individuales. Respecto de las primeras, Lawrance, Byers, y Cohen (2011) han propuesto un Modelo de Intercambio Interpersonal de Satisfacción Sexual (IEMSS), el que se basa en la importancia de variables interpersonales y del intercambio de beneficios y costes dentro de la relación. Según este modelo la satisfacción sexual es mayor en la medida que el grado de agrado con la propia relación en sí es alto y los niveles de recompensas asociadas a la sexualidad son mayores que los costos.

La percepción subjetiva de este concepto, por tanto, es un factor relevante al momento de evaluarlo, destacando la complejidad y relevancia de la satisfacción sexual y su asociación con variables individuales, de la relación de pareja y la respuesta sexual, por lo que constituye un factor clave, tanto de la salud sexual como del bienestar general de las personas.

Variables Interpersonales o de Pareja

En este ámbito, la mayoría de quienes consultan por problemas en el área de la sexualidad, manifiestan dificultades para comunicarse de forma fluida con su pareja y sentirse insatisfechas, siendo esta insatisfacción una de las causas de separación. Christensen y Wallace (1976) encontraron que a mayor habilidad para entender las necesidades que satisfacen a su pareja, mayor satisfacción sexual. Asimismo, un mayor asertividad sexual entre los miembros de la pareja se vincula a una mayor satisfacción sexual (Haavio-Mannila E, Kontula O., 1997), al igual que una mejor comunicación (Mac Neil S, Byers E S., 2009).

Por otra parte, diversos estudios han reportado gran correlación entre satisfacción sexual y calidad, estabilidad y agrado en las relaciones de pareja. Asimismo, una relación de pareja estable, de larga duración y exclusiva, estaría relacionada con una mayor satisfacción sexual (Carpenter L M, Nathason C A, Kim Y J., 2007).

Resulta interesante señalar que la terapia de pareja se asocia a un incremento en la satisfacción sexual, según reportan Bennun I, Rust J, Golombok S. (1985) en su libro Los efectos de la Terapia de Pareja en la Satisfacción Sexual.

Junto con lo anterior, otros estudios han reportado una asociación positiva entre satisfacción sexual y variables propias de las prácticas sexuales, tales como frecuencia de relaciones sexuales, consistencia del orgasmo, equilibrada distribución de la iniciativa y variedad de prácticas sexuales ((Haavio-Mannila E, Kontula O., 1997).

Variables Intrapersonales o Individuales

En relación a este tipo de variables, los niveles de salud mental y física poseen alta relación entre el deterioro en el funcionamiento sexual y la presencia de síntomas depresivos, ansiedad y malestar psicológico general (Arrington R, Cofrancesco J, Wu A W., 2004). Además, se asocia a una menor satisfacción sexual el uso de medicamentos antidepresivos, lesiones de la médula espinal y enfermedades crónicas. Asimismo, la histerectomía ha sido asociada con menor satisfacción sexual (Sözeri-Varma G, Kalkan- Oguzhanoglu N, Karadağ F, & Özdel O., 2011).

Por otra parte, se ha encontrado una asociación relevante entre satisfacción sexual y un mejor nivel de salud física, psicológica y de bienestar general y por ende, con una mejor calidad de vida. En relación con esto, existe percepción de mayor satisfacción sexual en personas que mantienen una actitud positiva frente a lo sexual y lo erótico (erotofilia) y poseen menos culpa respecto de este tema, una alta autoestima y una imagen corporal positiva.

Finalmente, existen publicaciones internacionales que asocian significativamente la satisfacción sexual con variables sociodemográficas como la edad, dando cuenta de que a partir de la adultez media y a mayor edad decrecería la percepción de satisfacción. Respecto del género, se observaría mayor satisfacción en varones; a mayor nivel educacional y formativo, mayor es la satisfacción y a mayor religiosidad, menor es la percepción de esta. No obstante lo anterior, la revisión de Sánchez-Fuentes et al. (2014), señala que la relación entre edad y satisfacción sexual es contradictoria, ya que si bien algunos estudios dan cuenta de un efecto negativo sobre la satisfacción sexual a mayor edad,  otros reportan lo contrario. Esta disparidad tendría relación con los efectos negativos provocados por la edad, tales como baja en la frecuencia de actividad y pensamientos sexuales, mayor presencia de disfunciones sexuales y presencia de enfermedades crónicas, los que a su vez estarían mediados por el aumento en la intimidad con la pareja y las actitudes positivas hacia la sexualidad.