Frente a situaciones de emergencia, parece razonable pensar en formas de atención y alivio del malestar que sean oportunas e inmediatas, pero habitualmente se tiende a pensar en ellas desde el punto de vista físico, sin embargo, existen los Primeros Auxilios Psicológicos o Emocionales, que son fundamentales a la hora de disminuir o contrarrestar el efecto traumático de una situación de crisis. 

                        Es muy importante psicoeducar con respecto a ellos, de forma de que todos seamos capaces de apoyar a otros en circunstancias difíciles. Entonces, ¿De qué se tratan?, ¿A qué se refieren?…

                        Podríamos definirlos como técnicas o estrategias para apoyar a personas frente a eventos o crisis, que tienen un potencial traumatizante, debido a su carácter violento, inesperado o masivo, por ejemplo actos violentos, emergencias, accidentes, desastres naturales, entre otros. Su principal objetivo es poder brindar apoyo y alivio oportuno al malestar de las personas para prevenir la aparición de síntomas de estrés post traumático.

                        Si bien son técnicas simples de aplicar, se requiere de un conocimiento de ellas para entregarlas de la forma adecuada, de ahí la importancia de su difusión y capacitación. Existen diversas acciones asociadas al concepto de primeros auxilios emocionales o psicológicos, algunas se encuentran protocolizadas en su aplicación y puede describirse en términos generales en los siguientes pasos:

  1. Escucha activa: en la primera etapa es importante solo escuchar, sin interrumpir, cuestionar o comparar. Siempre validado la vivencia de la persona a la que se está acompañando.
  2. Técnicas de respiración: en esta parte ayudamos a la persona a recuperar un estado fisiológico de calma a través de la respiración y el enraizamiento (contacto físico estable), en una posición cómoda, sentado y con los pies firmes en el suelo. Las técnicas de respiración básicamente consiste ciclos de cuatro tiempos en que inspira, mantiene y se exhala.
  3. Una vez que la persona se encuentra más calmada, podemos Categorizar cuáles son sus necesidades, se le ayuda a organizarse, a pensar qué y cómo implementar acciones.
  4. Finalmente, podemos Derivar. Esto quiere decir, dar opciones de atención que sean permanentes o movilizar sus redes de apoyo. Es muy importante que estas soluciones sean desde la persona misma, para mantener su capacidad de agenciamiento y ponerlo en una posición activa frente a la vivencia que ha tenido.
  5. Esta última etapa, tiene relación con entregarle información que le permita dar sentido a lo que está sintiendo. Hay que transmitir que las sensaciones físicas, el agobio, las emociones son esperables y que es muy importante buscar apoyo, tener una referencia afectiva para acudir y sentirse acompañado.

                        Estos pasos pueden ayudar a muchas personas en situación de emergencia. Hay que recordar siempre que todo debe ser desde un punto de vita empático y respetuoso, cuidando que nuestra intervención no sea intrusiva.

                        ¿Por qué estas técnicas funcionan? Para dar respuesta a esto, es importante recordar que la necesidad de contención y apoyo es algo natural en todas las personas y la regulación de nuestros estados afectivos es algo que aprendemos en relación con otros y, fisiológicamente, pasa por recuperar el equilibrio homeostático en nuestro cerebro. De ahí, las técnicas de respiración incluidas en los pasos descritos. 

                        Se hace fundamental el poder reconocer y describir las sensaciones corporales que tenemos, muchas veces esto suele ser una dificultad, porque no somos muy conscientes de nuestro cuerpo y, habitualmente, no le prestamos la suficiente atención al lenguaje del mismo, entonces la primera aproximación es conocer cómo se siente corporalmente una sensación y poder describirla y observarla.

                        Acompañar a alguien en situación de estrés o crisis, es un apoyo fundamental, ya que nuestro sistema de alerta frente al peligro activa la necesidad de conexión con otros en búsqueda de la corregulación. Se debe estar atento a los estados corporales propios y del otro, para poder espejar dichas respuestas y acompañarlo a la calma.

                        Es importante observar en los otros signos que nos permitan interpretar si se encuentra sobrepasada con la experiencia que está viviendo, por ejemplo: cambios en el color de la piel, tono muscular o temperatura; cambios en la expresión facial, sobre todo ojos y boca; respiración rápida y/o superficial; latidos acelerados o muy enlentecidos; confusión, aturdimiento, inexpresión; exceso de emotividad, llanto o grito o pareciera estar desconectado. 

                        Si el sistema defensivo se siente en peligro se mantendrá el alerta, por eso es importante cuidar la aproximación, observando que la persona se mantenga dentro de los límites de tolerancia que le permita recuperar la calma.

                        Mantener a la persona conectada con el aquí y el ahora, es lo que busca el enraizamiento (mantenerse sentado con los pies firmes en el piso), esto genera una sensación de solidez, tanto física como psicológica, produciendo sensación de estabilidad y control. La respiración es una forma directa y fácil de regresar a estados de calma, por esto se utiliza como parte del protocolo.

                        Los fundamental de estas acciones generales es transmitir al otro que estamos ahí disponibles para él, que juntos podemos acceder a la calma, que es válido lo que está vivenciando y que será capaz de sobreponerse.

                        Los invito a todos a aprender sobre estas técnicas a conocer esta información, sobre todo si se encuentran habitualmente en contextos de asistencia a otros como instituciones escolares, de adultos mayores, sistemas de salud, etc.