Las presiones y expectativas sociales afectan la forma en que se puede sentir consigo misma una persona que convive con sobrepeso u obesidad. Generando sentimientos de baja autoestima que influyen en su capacidad de percibirse para lograr objetivos específicos.  Con el paso del tiempo, estos sentimientos se vuelven mas generalizados, llevando en muchos casos a la persona al aislamiento social. De hecho, algunas investigaciones muestran la alta sensación de soledad y de no “encajar” con otras personas que manifiestan quienes conviven con la obesidad.

La obesidad también se ha relacionado con niveles más altos de depresión. Esto probablemente se deba en parte a los factores anteriores: El estigma asociado con la obesidad y la disminución de la autoestima. 

La obesidad también puede interferir con la capacidad de mantenernos físicamente activos, es importante comprender aquí, que no siempre depende de la persona el querer o no hacer ejercicio, hay factores físicos y orgánicos que influyen en una incapacidad para por ejemplo llevar a cabo una rutina, principalmente por los problemas a las articulaciones que conlleva la obesidad, incluso actividades tan simples como caminar pueden ser dolorosas. Otros factores que contribuyen a evitar el ejercicio es la sensación de insuficiencia respiratoria durante la actividad física o el sentir que te cansas muy fácilmente. Estas limitantes (que no se dan en todos los casos) impiden una regularidad de actividad física que permita que nos beneficiemos de aquellos químicos naturales que se producen al momento de ejercitarnos y que nos permiten mejorar nuestro estado de ánimo y mantener a raya la depresión.

Cuando nos mantenemos mas estáticos y con un ritmo de vida sedentario, es mucho más fácil sucumbir al deseo de quedarnos quietos, dormir, descansar frente al televisor o incluso comer solo por aburrimiento. Estos comportamientos dificultan la socialización y nos aíslan, otro factor que favorece el riesgo de desarrollar una depresión.

La obesidad es una enfermedad multifactorial, por lo tanto, existen varios factores que contribuyen a la obesidad de una persona y muchos de ellos escapan de su posible control. La autorregulación del peso no es algo simple y no depende únicamente de la fuerza de voluntad de una persona. 

Es importante que como sociedad, nos informemos respecto a la obesidad, cuidando nuestras actitudes y vocabulario cuando nos referimos a una persona que vive con sobrepeso u obesidad. Una actitud respetuosa y empática, puede hacer la diferencia para terminar con el estigma, prejuicio y descriminación que perpetúan la mentalidad gordofóbica.