Cuando se recibe una consulta por un determinado malestar en niños, niñas y adolescentes, no solo se recibe al paciente, sino a su familia y debemos incorporar también su contexto. La psicoterapia aislada, es decir, que se centra solo en la atención del paciente es cada vez más lejana y poco efectiva. La evidencia ha ido mostrándonos que el contexto y los aspectos relacionales e intersubjetivos son absolutamente relevantes y determinantes en el abordaje que les podemos dar para aliviar el malestar de quienes nos consultan.

Al trabajar con un niño, niña o adolescente, se debe abordar su malestar entendiendo que hay aspectos internos que acompañar, pero que estos están interrelacionados con sus experiencias en relación a sus figuras significativas y a los diferentes espacios en que se mueve: familiares, escolares y sociales. No es posible mirar el sufrimiento aislado del contexto, sobre todo cuando puede haber condicionantes en esta realidad que influyen en el desarrollo o mantención de ese malestar.

Es por este motivo, que se hace necesario conocer acabadamente la historia de desarrollo y de vida de quien estamos recibiendo, conocer y hablar con sus padres, profundizar en sus vivencias y cómo ven, imaginan y piensan a su hijo. De este modo se recibe también a los padres y familia cómo parte de la problemática a trabajar y acoger también lo que a ellos los aqueja en relación a sus hijxs.

Para muchos padres esto es una novedad inicialmente, y poco a poco van descubriendo el sentido y la necesidad de su trabajo activo en la psicoterapia de sus hijxs. Se vuelven centrales en un trabajo colaborativo, siendo ellos reconocidos en el lugar de los mejores conocedores de sus hijxs y su realidad, y agentes de cambio para el bienestar de ellxs. Cuando la vida los ha puesto en circunstancias en que no han sabido o podido leer y comprender lo que les pasa a sus hijxs, el trabajo en psicoterapia puede llevarlos a hacer modificaciones en su forma de pensar y relacionarse con ellxs que produce modificaciones significativas tanto en los niñxs como en los padres.

La psicoterapia se vuelve un espacio acogedor y vinculante hacia los padres, quienes también requieren una mirada disponible y comprensiva de sus historias y los recursos con que cuentan para afrontar la tarea de la crianza.

En paralelo, además, es necesario reconocer los otros espacios en que se desenvuelven cotidianamente los niñxs y adolescentes, siendo especialmente significativo el contexto escolar. En este espacio se presentan muchas de nuestras consultas directas y, otras tantas, si bien no se relaciona directamente con el motivo de consulta inicial, presentan repercusiones en esa área. 

Es importante mantener contacto con profesores y equipos multidisciplinarios de los colegios, poder acercarse para conocer cómo ven ellos al niñx o adolescente, qué aspecto les llama la atención, de qué forma se desenvuelve y cómo se relaciona con sus pares y adultos a su alrededor. En mi experiencia, esto enriquece mucho el trabajo de psicoterapia y los establecimientos agradecen tener una perspectiva diferente y una instancia para mirar desde otro lugar las problemáticas que puede presentar el niñx. Muchas veces, esta intervención requiere de equilibrar las necesidades propias del contexto escolar (normas, calificaciones, comportamientos esperados) versus el reconocimiento de las necesidades individuales de cada persona y las particularidades de su funcionamiento. Según el grado de flexibilidad y de recursos puestos a disposición para esta labor, es lo que podremos conseguir en este contexto, ya que su estructura muchas veces no está preparada para las intervenciones que se requieren. En esos casos, las evaluaciones y acomodaciones son claves para determinar la continuidad de un niño, niña o adolescente en determinado espacio educacional.

En este aspecto, los padres y el niñx se ven también acompañados en estas decisiones y solicitudes, se sienten acogidos en las frustraciones que presentan y también en las aspiraciones que tienen para que sus hijxs se desenvuelvan de forma positiva.

En casos más complejos, que requieren de otros profesionales interviniendo, también se hace necesaria la coordinación y complemento de las labores que se realizan en favor del bienestar de quién estamos atendiendo. La idea es no sobrecargar con las múltiples intervenciones, priorizar los trabajos y no generar en el niñx o adolescente una sensación de carga o poca efectividad.

En ocasiones también he incluido en sesiones a abuelos, cuidadores, hermanos, pololos, etc. dependiendo de las necesidades de cada caso y de si esto es algo útil para acompañar adecuadamente a quién es mi paciente. Acompañar sensiblemente a quién nos consulta, implica una mirada amplia y consciente de las interrelaciones y de nuestro propio sentir. No estamos aislados y eso es lo complejo de trabajar con personas.

Espero que leer esto pueda abrir a comprender algo del trabajo de la psicoterapia, las distintas aristas que toca y lo complejo que es, en todas sus interacciones.