Al trabajar con adolescentes, sobre todo en la etapa escolar de la enseñanza media y, también, después en tiempos de la educación superior, aparece la consulta por la orientación vocacional. Para los padres y los mismos jóvenes es una encrucijada el lograr responder a la consulta sobre ¿qué quiero estudiar?¿en qué voy a trabajar?¿qué me gusta hacer?¿para qué soy bueno o tengo habilidad?.

                        Toda la temática suele ser valorada y considerada importante, en algunos casos apremiante, en términos sociales y culturales. También tiende a centrarse en la información sobre carreras, universidades, aptitudes y capacidades, considerando una serie de cuestionarios y test que permitirían dar luces sobre estos aspectos y guiar a quienes deben tomar una decisión al respecto.

                        Para introducir una carga mayor a la problemática, quienes deciden son adolescentes, que ya atraviesan conflictivas y esta es una más. Social y educacionalmente, también se les pide comenzar a resolver esto a más temprana edad, cuando, probablemente aún no tiene claros muchos aspectos de sí mismo que inciden en una decisión de este tipo.

                        Es muy importante considerar que esta temática es algo mucho más complejo que “elegir” o “descubrir”, tiene implicancias en la vida subjetiva y el historia de cada sujeto, además, de ser un proceso y no un momento estático en que esta aparece. Entonces, podemos decir que “la elección vocacional es siempre la respuesta que cada sujeto puede dar a una interpelación vocacional en función de su historia y de la múltiples determinaciones de su estructura inconsciente, a partir de su inserción en el tiempo y lugar que le toca vivir” (Hochberger de Sternbach, 1983).

                        Para el adolescente, el medio social y cultural lo llama, lo convoca a insertarse en la dinámica productiva, se espera de ellos un cierto resultado en función de expectativas sociales, culturales y familiares. Muchas veces atravesados por mandatos familiares o generacionales de lo que deberían ser o aspirar a ser. Siempre va a implicar un conflicto a resolver en términos del lugar que se ocupará socialmente y el proyecto propio. Siempre es una cuestión compleja y que atañe a la singularidad de cada sujeto, por lo que las consultas y acompañamientos en esta área, siempre deben contener un recorrido por la historia familiar y de vida, que se va co-costruyendo junto con el adolescente y que le permiten comprender cuál es el lugar que le dará a su proyecto futuro y en función de qué lo está construyendo.

                        Como proceso se va construyendo en la medida en que el joven va afianzando también la conformación de su identidad, y en este aspecto, debe conciliar identificaciones tempranas, valores sociales y culturales, aspectos de su autoconcepto y autoestima, y debe transitar por duelos, por ejemplo de su vida escolar, proyectos ligados a fantasías infantiles, expectativas de los otros, y todo aquello que queda fuera de la elección. Elegir implica siempre renunciar a algo, y esto puede ser muy duro y sólo se dará, si lo que se elige representa una gratificación futura. 

                        En una sociedad en que la fluidez invita a permanentes cambios, que la fantasía de tener acceso a “todo” desmiente la posibilidad de renunciar y que el éxito en términos de acceso a bienes es muy valorado, las problemáticas del proceso vocacional y laboral futuro se han visto dificultadas. Para los jóvenes visualizar esta elección es algo complejo porque les cuesta investir la noción de futuro, centrándose en la vivencia presente y la búsqueda de seguridad en los real inmediato.

                        Plantear el proceso de elección vocacional desde el punto de vista del acompañamiento y el conocimiento de la propia historia es fundamental, y no solo centrarlo en la búsqueda de información concreta sobre carreras o instituciones, considerando que para los adolescentes no es un momento simple y que representa una serie de movimientos subjetivos que pueden resultarles muy difíciles.

                        Si a su alrededor tienen adolescentes que se encuentren en este proceso o jóvenes que, a pesar de estar cursando una carrera, tienen dudas sobre su definición vocacional y laboral, es importante no juzgar que “no han sido capaces de resolverlo” o presionar a una decisión, sino ofrecer oportunidades de acompañamiento que los ayuden a establecer que aspectos no resueltos están dificultando el proceso y que requieren de atención.