Un empujón que se repite. Un apodo que denigra. Un insulto cada vez que le toca salir a la pizarra. La escuela debería ser siempre un espacio en el que sentirse seguro. Sin embargo, para muchos niños, niñas y adolescentes, la escuela se ha convertido en la fuente de un tipo de violencia del que son víctimas y que ejercen sus propios compañeros. El acoso escolar es un comportamiento no deseado, sistemático entre niños de edad escolar, donde existe un desequilibrio entre las relaciones de poder entre quienes acosan y los que son acosados. Si bien, durante dos años los adolescentes dejaron de interactuar presencialmente, el bullying mutó para acrecentarse de otras formas. Durante ese momento creció la preocupación por las fotos, por cómo se ven a través del monitor.
Desafortunadamente, el bullying en Chile es una realidad que sufren niños, niñas y adolescentes afectando su sano desarrollo, una realidad que precisa una observación atenta desde el hogar y la escuela para su correcto manejo, el prestar atención a las medidas de prevención y a las acciones oportunas ante su detección, no solo para el niño que recibe las agresiones, sino también para la otra cara de la moneda: el agresor. El tipo de bullying más frecuente es el maltrato emocional que puede expresarse como aislamiento o exclusión social, coacción para que realice algún tipo de conducta que menoscabe su dignidad, agresiones verbales o amenazas a la integridad física o psíquica. Las víctimas por lo general suelen ser niños en quienes los otros ven características diferenciadoras, de las cuales se aprovechan para burlarse y cometer abuso. Estas pueden ser tan diversas como obesidad, algún defecto físico, estrato social, ser el más estudioso del curso o simplemente ser un niño que no se defiende.
Las primeras señales que puede emitir un niño, niña o adolescente que sufre bullying se pueden resumir en una baja de la concentración, reducción de las habilidades emocionales, insomnio, pesadillas, cambios en la alimentación, baja autoestima, aislamiento, miedo o rechazo de ir al colegio, aparición de enfermedades psicosomáticas. Incluso, la manifestación de sentimientos de culpa y en algunos casos se pueden generar también conductas agresivas, “para intentar defenderse”. En un alto porcentaje la víctima padece el síndrome de estrés postraumático.
Posibles características de un niño o adolescente que realiza bullying.
Para los agresores, las conductas de acoso pueden hacerse crónicas y convertirse en una manera ilegítima de alcanzar sus objetivos, lo hace para imponer su poder sobre el otro, por un deseo de intimidar, conseguir la atención y/o dominar mediante constantes amenazas, insultos y agresiones. Los bullies suelen ser líderes de grupos, y convocar a otros a comportarse de la misma manera. Por ejemplo, al excluir a un niño de un grupo, el bullying puede lograr que todos lo rechacen.
Aprendió que por la violencia o el maltrato puede lograr metas, tomando decisiones impulsivas y poco asertivas. Tienen baja empatía y están sufriendo algún tipo de maltrato, o han aprendido que es una manera de lograr poder y popularidad dentro del grupo. Suelen tener dinámicas de violencia transgeneracional en la familia y han aprendido que el maltrato es una manera legítima de resolver los problemas. Ocultan un dolor y sufrimiento por lo que es fundamental ayudarlos y no estigmatizarlos.
Algunas recomendaciones para los padres o cuidadores de un niño que sufre o realiza bullying.
Informa a tu hijo para que sepa que hacer tanto si es víctima como si es testigo de un acoso escolar. Debemos hablar con nuestros hijos, buscando crear un ambiente de confianza y compañerismo. También es necesario acudir a la escuela y tratar el tema con el profesor y el director del centro para crear una estrategia de trabajo en equipo. De esta manera, los docentes podrán supervisar la situación desde otro ángulo y ayudar a solucionar el problema de una forma sana.
Por otra parte, si somos los padres o cuidadores del agresor, es necesario evaluar qué es lo que puede estar fallando en el hogar. Es primordial que los padres se centren en comprender el comportamiento de su hijo/a, entender con empatía qué es lo que hay detrás de esas conductas, y acudir a un profesional especializado que pueda acompañar el proceso, ya que la falta de empatía con el sufrimiento de otros es un síntoma de importantes problemas en la salud mental del niño. Algunos de estos niños/as se encuentran un tanto atrapados en un modo de ser del cual no saben bien cómo salir ni “des-identificarse”, ya que es el modo en que han encontrado pertenencia e identidad en el grupo.
Prevenir el bullying en la escuela y otros entornos es una responsabilidad de todas las personas. Como adultos debemos observar atentamente para detectar de manera oportuna los primeros síntomas del bullying y actuar antes de que vaya a más, y fomentar el empoderamiento de los niños y adolescentes para que se sientan responsables en la lucha contra el acoso escolar. Educar en la asertividad, la empatía, el pensamiento crítico y la evaluación de las consecuencias de los comportamientos.
