“Si no demuestras, da lo mismo lo que hagas”. Es por esto que muchos Liderazgos se ven hoy tan en caída, tratando de sostener una imagen que no logra sustentarse a pura palabra.
Liderar es impactar, influir, apoyar, contener. No basta con decir que estarás, informar que apoyarás o prometer que lo lograrás. Si cada una de estas palabras no van acompañadas de actos concretos que le muestren explícitamente a tu equipo que lo que dices es verdad, la solidez de tu liderazgo siempre se verá interferida.
La invitación ahora es mirarnos hacia dentro, lograr posicionarnos en el lente de nuestros trabajadores y ver si realmente somos sustento contundente basados en actos coherentes entre nuestro decir y actuar. Visualiza cuánto de lo que haces de alinea con lo que tus palabras emiten, y cómo logras impactar desde la solidez real a cada uno de tus colaboradores.
No hay nada más desmotivante que vivir en una mar de incoherencias, más aún cuando esta viene de quien debiese llevar el estandarte de una gestión interna en base acciones transparentes y en propósito.
Apertura con tu equipo la comunicación y permite la retroalimentación de tu gestión para desarrollar todo eso que necesitas mejorar. Proponte ser un canal expedito para tu equipo, y desarrolla la confianza y seguridad suficiente que te permitan crecer y avanzar.
Procura para ello terminar cada jornada haciendo un barrido de tu día a día, poniendo principal foco en todas aquellas acciones que hiciste o dejaste de hacer. Revisa y acciona en dirección correcta, alcanzando la maestría y coherencia necesaria para liderar y construir climas laborales sanos y llenos de propósito, tanto a nivel personal como Organizacional.
